miércoles, 19 de octubre de 2011

Soportando el dolor



Alfonso nació y se crió en un barrio bajo, allí donde la droga y la delincuencia se convierten en la niñera de los solitarios. Sumado a esto, él nunca conoció a su padre.
Aunque la madre de Alfonso formó otra pareja, su condición de vida no mejoró, sufrían de una pobreza extrema, su padrastro consumía mucho alcohol, lo cual hacía que los pocos ingresos que tenía la familia disminuyeran aún más.
Alfonso no podía soportar el dolor de toda su familia y decidió hacer algo para ayudarla. Empezó a trabajar en una tienda de vinos y licores, pero este ambiente hizo que él iniciara una vida de licor, malas amistades y consumo de marihuana.
Junto con sus amigos organizan una banda, la cual se dedicaba a robar a parejas.
Alfonso seguía cubriendo su dolor con alcohol y drogas hasta que alguien llega a su vida.
Esta persona le habló de Jesús y le compartió un versículo de la Biblia con un pequeño cambio, Alfonso recuerda, “De tal manera amó Dios a ALFONSO que mandó a su hijo unigénito para que si ALFONSO cree en Él, ALFONSO tenga vida eterna”.
Luego de asistir al lugar de reuniones, tuvo una plática personal con Dios: “Soy un perdido, soy un drogadicto, soy un esto...” Dios contestó a su sincera oración y aunque estaba en medio de una tremenda oscuridad, a partir de ese día no se sintió solo.
Sin más excusa para drogarse y desperdiciar su vida, Alfonso encontró en el Señor a su verdadero Padre que lo amaba tal y como era y que lo empezó a transformar de una manera que solo Él lo podía hacer.
Alfonso dejó que Dios tomara el control de su vida y los cambios se notaron rápidamente.
Alfonso supo que debía dejar atrás todo el dolor del pasado y encontró una forma de hacerlo.
Le pidió perdón a su padrastro y pudo convertir su triste pasado en un futuro solidario.
Recibió una invitación para ayudar en un hospital trabajando con los niños. Esta experiencia lo marcó e hizo que se preguntara: “¿Qué podemos hacer por estos niños? Porque yo me daría por bien servido con que sonrieran, que olvidaran por un instante lo que están sufriendo. Posteriormente me convertí yo en el Payaso Ponchito, trabajamos con niños con leucemia, con cáncer, con SIDA.
Con su personaje y su nueva vida, comparte con todas las personas con las que tiene oportunidad, que Jesús es lo mejor que le ha podido ocurrir y que Dios es su padre, el Padre que siempre necesito.

CORTESIA DE. Club700HOY

No hay comentarios: